Tchaikovsky, Aerosmith, ABBA y la música de Star Wars son algunas de las bandas sonoras con que miles de usuarios de Spotify se inspiran para tener sexo. Y es que la plataforma encargó un estudio científico para descifrar las preferencias a la hora de intimar.
El psicólogo musical Daniel Müllensiefen, de la Universidad de Londres, revisó las playlists de seducción más populares de Spotify y realizó una encuesta para llegar a la conclusión de que al menos 40% de los participantes manifestó que el sonido es capaz de excitarlos más que el contacto con sus parejas.
Ese sondeo, realizado como parte de la investigación, reveló que la mejor opción para disfrutar el momento es el disco de la película Dirty Dancing. Según Müllensiefen, la elección de canciones para tener sexo tiene que ver con asociaciones y construcciones culturales asociadas a la música.
Y no es sólo que Barry White o Serge Gainsbourg sean íconos sexuales-musicales, sino que gracias a que la cultura popular los ha convertido en tales símbolos, al escuchar su música algo en nuestros cerebros reacciona disparando la excitación.
“No es de sorprenderse”, comenta Müllensiefen, “que tanta gente afirme que la música les excita en la cama. A partir de la investigación neurocientífica, sabemos que la música puede activar los mismos centros de placer en el cerebro que también responden a recompensas mucho menos abstractas, como la comida, las drogas e incluso el sexo”.
Pero, además, la práctica sexual es un acto rítmico, con ciclos de excitación ascendente y descendente, cuya psicología está fuertemente arraigada a nuestros condicionamientos culturales.
“El hecho de que Dirty Dancing saliera primera en la lista de las mejores canciones para tener sexo, tanto en encuestas de hombres como de mujeres, se debe al hecho de que la mayoría de la gente sabe de canciones que simbolizan romance, y estas tienden a ser referencias culturales, como esa película”.
Müllensiefen sostiene que “la gente utiliza esta música no sólo para comunicar sus intenciones en una situación romántica, sino directamente para alterar la disposición (‘the mood’) durante un encuentro”.
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