Claudio Vieira de Oliveira nació en Monte Santo, Bahia, en Brasil y tan pronto como dio el primer respiro fuera del vientre materno, los mismos médicos que lo habían traído al mundo lo condenaron a muerte.
Se le aconsejó a la madre dejar que el niño muriera – después de todo, aparentemente no tenía posibilidades de seguir con vida. Pero, pese a esa perspectiva tan cruel, Claudio es hoy un vivo ejemplo de superación.
Él nació con graves problemas y deformidades en las articulaciones, siendo que su cabeza estaba totalmente al revés, hacía abajo, haciendo contacto con su espalda. Aun así, su formación ósea y articular no le provocaron la muerte, y hoy Claudio es capaz de contar su historia en charlas motivacionales.
Repercusión.
Daily Mail recientemente divulgó el caso de este brasileño y, desde entonces, su historia se ha esparcido en las redes sociales de todo el mundo. Claudio relata que precisó de entrenar mucho para ser independiente y hacer cosas normales, como usar el celular, encender la televisión o la computadora.
Muchos movimientos que casi todo mundo hace con las manos, Claudio se ve obligado a realizarlos con ayuda de su boca. También cuenta con zapatos especiales que facilitan su locomoción. Contrario a la mayoría de los niños, Claudio comenzó a andar sobre sus rodillas cuando tenía ocho años de edad.
“Hoy existe mucha alegría en Claudio. Es casi como cualquier otra persona. Nosotros nunca intentamos ‘arreglarlo’ y siempre lo motivamos para que buscara hacer cosas por cuenta propia. Nunca tuvo vergüenza de andar en la calle”, dice Maria José, madre del ponente.
Apoyo.
Durante toda la vida Claudio ha contado con el apoyo de su familia, tanto, que incluso su casa fue adaptada para que tuviera mucha mayor movilidad e independencia. “A lo largo de mi vida, aprendí a adaptar mi cuerpo al mundo”, dice él. Claudio frecuentó la escuela de forma normal e, incluso, se graduó de la universidad.
La vida del conferencista es normal: le encanta ver telenovelas y el periódico, lee revistas, usa la computadora, escribe, se alimenta solo, sale con amigos, baila, viaja y, claro, tiene algunas citas.
La condición de Claudio no fue diagnosticada sino hasta hace muy poco por un equipo médico especializado. Es portador de una rara discapacidad conocida como artrogriposis congénita. “No me veo como una persona diferente. Soy una persona normal”, dice Claudio.
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