Todos conocemos el Kitesurf, ese deporte acuático en el que surcamos las olas sobre una tabla, e impulsados por una cometa.
Esto es un poco distinto, se llama Kitefoil, y en lugar de deslizarnos sobre el agua, lo hacemos a casi un metro por encima de su superficie. Hasta que fabriquen el monopatín de Regreso al Futuro, esta es, probablemente, la experiencia más cercana que hay.
Por supuesto, el Kitefoil no nos hace flotar en el aire. El invento sigue el mismo principio que otras embarcaciones como los pequeños veleros para regatas de la nueva clase Moth (polilla) Internacional.
En ambos casos, el secreto es una quilla inusitadamente larga cuya parte inferior se despliega en forma de una especie de doble aleta o hidroala. Las propiedades hidrodinámicas de esta configuración permiten sostener el casco del vehículo (en este caso la tabla) y lo eleva sobre el agua, permitiéndole desplazarse a gran velocidad.
La tabla del Kitefoil se construye en fibra de carbono para darle la máxima resistencia y ligereza posible. El sistema de propulsión sigue siendo una vela o cometa sujeta con cables, aunque no nos extrañaría que alguien esté pensando ya en añadirle un motor a ver qué pasa. De momento, su uso aún se está extendiendo entre los deportistas acuáticos. Al fin y al cabo, es un invento relativamente reciente. El primero en utilizarlo en una competición fue Mark White, en 2009.
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