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» » » Desde su origen y hasta porqué no tiene boca Hello Kitty

Alberto 10 jun 2014 0 No hay comentarios


Desde su origen, anatomía y hasta porqué no tiene boca, te decimos todo sobre la gatita.

En japonés la palabra para “ternura” es kawaisa, y su representante número uno en el mundo es Hello Kitty, y todos identificamos su “ideograma” de inmediato y sin necesidad de saber escritura kanji: un óvalo (cabeza) con dos puntas (orejas) en su parte superior, dos puntos negros (ojos), un círculo en medio (nariz), tres líneas a cada lado (bigotes) y, como único adorno, un moño. ¿Se inspiraría la compañía nipona Sanrio en la filosofía zen a la hora de crear este perfecto ejemplo minimalista de dibujo zen?

Desde su nacimiento, el primero de noviembre de 1974, la gata macrocefálica ha conquistado, sin decir palabra alguna –aunque quisiera hablar, no podría, pues carece de boca para hacerlo- los corazones (y los bolsillos) de niñas, jóvenes y adultas de Oriente y Occidente. Ninguna criatura ha logrado, por más que los samurái de la mercadotecnia así lo deseen, lo que Hello Kitty: convertirse en el superlativo, en el colmo de lo tierno.

Kittytopía: el país del consumo

Kitty es una gata arribista, pues aunque en realidad nació en Japón, Sanrio dio a esta minina desde sus orígenes un pasaporte británico. Así, su nombre completo es Kitty White y, al parecer, jamás ha probado el sushi ni vivido en Tokio, sino que se ha pasado su vida entera paseando por los suburbios de Londres.

Irónicamente, mientras que para la enorme mayoría de sus seguidores Kitty es japonesa, para los japoneses ella es una indiscutible ciudadana inglesa. Y para países próximos a Japón, como Singapur y Taiwán, Kitty es lo que Mickey Mouse para muchos intelectuales de izquierda en Latinoamérica: un símbolo del imperialismo cultural de un país desarrollado.

Lo contradictorio en el mundo de Hello Kitty, es que sólo en raras ocasiones ha exhibido algo “japonés”. Las pocas veces que se ha vestido con un kimono el fracaso comercial resultante mandó a esta prenda al fondo del armario. De acuerdo con el antropólogo Brian J. McVeigh, Hello Kitty reúne todas las características de lo que él ha bautizado como “Consumotopía”, una especie de nirvana inalcanzable.

Los cinco rasgos distintivos de la consumotopía de Kitty son: 

1) Leitmotiv unificador, la producción de sus 15,000 artículos: plumas, vasos, calculadoras, relojes, toallas, televisiones, laptops, waffleras, tostadores, tarjetas de crédito... hasta el Kittymóvil de la Daihatsu Motor Co; 2) ubicuidad, no hay país donde no se venda algún artículo de Hello Kitty (aunque sea pirata); 3) accesibilidad, los admiradores de la gata pueden hacerla suya cuando quieran, por lo menos en la más diminuta calcomanía; 4) "sentimiento de contagio”, esa especie de necesidad interna de poseer su nuevo estuche; 5) proyectabilidad, lo que merece un estudio y un párrafo aparte.

La gata sin boca

El rostro inexpresivo de Hello Kitty es un lienzo para pintarlo con la emoción con la que quieran sus seguidores. No tener boca es algo deseable, facilita que quien observa a Kitty proyecte sus sentimientos en el personaje y lo haga su cómplice.

Según la socióloga Yu Fen Ko, al carecer de boca, Kitty se convierte en la confidente más leal, pues jamás contará chismes ni revelará los secretos de sus propietarios. Aunque en los 70 los principales consumidores de Hello Kitty eran niñas pequeñas, en las dos décadas siguientes estas niñas, ahora adolescentes y adultas jóvenes, conservaron su interés por Kitty y se convirtieron en el blanco principal de Sanrio. En la actualidad, los productos de Hello Kitty son comprados sobre todo por mujeres de entre cinco y 35 años de edad.

Aprendiendo sin querer


En el 2001 un grupo de psicólogos bajo la dirección de Stephen Kelly, se aprovecharon de la fama de Kitty para llevar a cabo un estudio sobre lo que se conoce como aprendizaje incidental, aquello que aprendemos sin que nada ni nadie –ni siquiera nosotros mismos- nos forzáramos a hacerlo.

Recordar por ejemplo, si la cabeza de la reina Elizabeth II en las monedas británicas mira hacia la derecha o si el moño de Kitty está siempre en su oreja izquierda. Kelly y su grupo pidieron a 48 británicos y a un número igual de japoneses que señalaran cuál era la imagen correcta de una serie en la que aparecían versiones de monedas británicas y de Hello Kitty con reina y moño situados de los dos lados. Y aunque 68% de los británicos eligieron la orientación correcta de su reina, al “Equipo Kitty” le fue mejor, ya que 82% de los japoneses identificó correctamente la posición del moño.

Si el aprender algo sin proponérselo es ya de por sí loable, qué decir del “aprendizaje implícito”, en el que no sólo no buscábamos aprender algo sino que ni siquiera nos enteramos de haberlo aprendido. Gracias a Hello Kitty este estudio es uno de los pocos que han permitido distinguir entre aprendizaje incidental y aprendizaje implícito, pues al preguntarles a los británicos qué tan seguros estaban de sus respuestas, la mayoría respondieron que mucho, lo que indicaba que su aprendizaje había sido, hasta cierto punto, consciente.

No ocurrió así con los japoneses, pues en esta ocasión la mayor parte de ellos se mostró inseguro sobre la posición correcta del moño, lo que para Kelly y su grupo indicaba que a sus voluntarios nipones les daba igual donde tenía Kitty el moño. Así, Hello Kitty y su ternura traspasaron los límites del laboratorio, aunque seguramente ya lo habían hecho en batas, pizarrones, borradores, bitácoras y... ¿mecheros, pipetas, matraces y demás cristalería?

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