¿Por qué se nos olvidan las cosas?

Esta y más respuestas para saciar tu curiosidad sobre el cerebro.

¿Es posible regenerar las neuronas?

Durante años se mantuvo la antigua tesis que afirmaba que en el cerebro adulto no se regenera ninguna nueva neurona. El dogma de que las neuronas no se reproducen fue establecido por Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), Premio Nobel de Fisiología en 1906.

Sin embargo, Ramón y Cajal dejó abierta la posibilidad de que las neurociencias modernas refutaran dicha sentencia, la cual no permitía tener esperanzas de tratamiento para trastornos cerebrales graves, asociados a daño y muerte neuronal. Así, el tiempo y múltiples investigaciones científicas echaron abajo su sentencia e, incluso, en ello han colaborado científicos mexicanos.

En 2011, el neurobiólogo mexicano Arturo Álvarez-Buylla recibió, junto con sus colegas Giacomo Rizzolatti y Joseph Altman, el Premio Príncipe de Asturias, porque su trabajo demostró la regeneración de neuronas en cerebros adultos y las neuronas espejo.

El hallazgo figura entre los más importantes de la historia de la neurobiología, debido a que cambió la forma de entender el cerebro, en contraste con lo que planteaba el médico español Santiago Ramón y Cajal en los inicios del siglo XX.

Aunado a eso, se sabe que existe neurogénesis o formación de nuevas neuronas en áreas cerebrales específicas, a lo largo de la vida de los seres humanos. Lo anterior abre la posibilidad de regenerar neuronas siempre y cuando se conozcan los mecanismos implicados en dicha metodología. Así, el proceso de neuro- génesis se ha detectado en el bulbo olfatorio e hipocampo, áreas cerebrales involucradas en procesos de memoria y aprendizaje.

Luisa Lilia Rocha, doctora en Medicina por la UNAM, plantea que la neurogénesis es un proceso a través del cual se pueden establecer redes neuronales en sujetos con daño cerebral, que le permitan restablecer sus funciones normales y generar la conducta apropiada: “un reto saber si las nuevas neuronas se integran adecuadamente a los circuitos neuronales o producen circuitos aberrantes que faciliten alteraciones cerebrales”. Así, la ciencia aún tiene muchos desafíos por delante en el campo de la regeneración neuronal.

¿Existen los genes pirata?

El término “gen pirata“ es el nombre coloquial que se da a los genes que toman el control de una situación y explotan a la célula para su beneficio, comenta Rubén G. Contreras, investigador del Cinvestav.

Es el caso de los virus, que cuando infectan a una célula, la convierten en una fábrica a la que utilizan para su provecho. En ese sentido, son invasores y también piratas, porque llegan y buscan adueñarse de toda la maquinaria celular. En los casos más graves, la célula muere.

Los seres humanos tenemos un sistema inmune que reconoce esa circunstancia y la combate. Sin embargo, en casos de enfermedades como el sida, el sistema inmune no puede responder y el virus gana la batalla, aunque le toma muchos años. Desde el inicio de una infección y hasta que una persona muere de sida pueden pasar alrededor de nueve años, sin tratamiento médico.

¿Por qué se nos olvidan las cosas?

Nuestros ojos realizan movimientos para registrar lo que hay alrededor unas cinco o seis veces por segundo, con lo que se recopila una inmensa información cada vez que realizan este proceso.

De acuerdo con BBC Mundo, cuando esto ocurre el sistema visual del cerebro se deshace de la mayoría de lo observado y escoge lo que tenemos que registrar para reaccionar en función de lo que sea necesario.

Si tuviéramos que recordar todo lo que vemos cada minuto, tendríamos cientos y cientos de imágenes muy detalladas. Nuestro cerebro estaría sobrecargado y no sería capaz de entender lo que vemos.

En lo que se refiere a eventos importantes, el problema no es cuanta información se almacena, sino cómo se accede a la misma. Podemos tener recuerdos de algunos hechos, pero ser incapaces de encontrarlos rápidamente cuando los necesitamos.

También pueden olvidarse cosas a propósito, consciente o inconscientemente, cuando sencillamente no queremos recordar algún evento doloroso o desagradable. Así que puede que los recuerdos no hayan desaparecido, incluso cuando parece que se han olvidado.