De qué vale darle un hogar a un animal si lo van a mantener amarrado mañana, tarde y noche.
Todos los hemos visto. Perros de todas clases y tamaños, que permanecen atados todo el tiempo con toda clase de amarres, sogas y hasta cadenas bien pesadas. Las razones para mantenerlos así son tan variadas como perros hay.
En ocasiones, los guardianes de esos animales recurren a estos métodos por genuina ignorancia porque no saben cómo bregar con ellos de otro modo, porque desconocen que esas ataduras pueden (como bien lo señaló Abel de Varona, especialista en conducta animal y director del Centro De Varona) hacer que el perro más pacífico se convierta en un animal “ansioso, de mal carácter y agresivo”.
Sin embargo, también están los que mantienen a sus mascotas amarradas todo el tiempo a sabiendas del daño que esto les hace, pero eso no les importa porque lo que quieren es precisamente “un perro bravo que me vele la casa”. Entonces, cuando el animal, en su desespero, muerde a alguien o destruye propiedad ajena, la solución fácil es salir de él... o hasta sacrificarlo.
Por eso, con miras a evitar que más mascotas padezcan este suplicio innecesariamente, abordamos a De Varona quien cuenta con más de 20 años de experiencia en su campo sobre el tema de los perros amarrados.
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