Pero los ácidos grasos no pueden cruzar la barrera hematoencefálica (entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso), por lo que el cerebro necesita otra fuente de energía.
Los seres humanos tienen una capacidad única de convertir la grasa en cetonas para alimentar el cerebro. Sin embargo, un cerebro muerto de hambre sigue necesitando alrededor de 10 gramos de glucosa por día, que provienen del desgaste muscular.
Una persona gorda probablemente viviría más tiempo, pero una pérdida de peso de alrededor del 40% a 50% pone en riesgo la vida, independientemente del peso inicial de la persona.
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