La UFC se está comiendo al boxeo. Más allá de grandes combates entre Pacquiao y Mayweather, el gran público parece haberse cansado de la falta de grandes campeones en el boxeo actual y prefiere prestar cada vez más atención a la sangre de las artes marciales mixtas.
En el auge de este deporte hay un total protagonista: Conor McGregor. El luchador irlandés ha confirmado este fin de semana que es uno de los mejores de la historia de su deporte. McGregor noqueó a Eddie Alvárez en el segundo asalto del combate, convirtiéndose en campeón del peso ligero de la UFC, título que suma a su cinturón en el peso pluma.
Lo que se vio en el Madison Square Garden fue la demostración de que las artes marciales mixtas, las MMA, están ya por encima del boxeo. La velada celebrada en Nueva York -donde las MMA llevaban 20 años prohibidas por ser demasiado violentas- es el sexto evento en el que UFC tiene más de un millón de espectadores, mientras que en el boxeo solo el Pacquiao vs Mayweather llegó a esas cifras.
Las MMA están en una expansión constante. Una muestra de ello es la venta de la compañía UFC, la mayor empresa de MMA del planeta, que hicieron los hermanos Fertitta, que compraron la compañía por dos millones de dólares en el año 2000 y han terminado vendiéndola este año por 4 mil millones de dólares a la empresa de representación WME-IMG.
Son números que superan las valoraciones de Forbes para los equipos más caros del mundo como el Real Madrid (3.300 millones), Dallas Cowboys (3.200) o New York Yankees (3.150).
Los hermanos Fertitta supieron globalizar la UFC. Sus peleas se retransmiten en más de 150 países, donde compiten unos 400 luchadores de más de 30 nacionalidades distintas. Además, crearon un reality show, The Ultimate Fighter, donde conviven diversos luchadores profesionales que buscan hacerse un hueco en la compañía. El programa se estrenó en 2005 y sigue en antena.
También influye el hecho de que las MMA sean un deporte mucho más espectacular que el boxeo. Las constantes alternancias de dinámicas en los luchadores y la intriga que se desprende en cada llave enganchan al público. Por si fuera poco, la contundencia de sus peleas vuelve locos a los aficionados, que en muchas ocasiones buscan "ver sangre" antes que admirar una técnica depurada.
Un estudio realizado por la Universidad de Toronto dice que un tercio de las peleas de MMA acabacan con un nocaut o un nocaut técnico. Esa dureza hace salivar a gran parte de sus aficionados.
No es casualidad, ya que los los luchadores de la UFC pueden acabar con sus rivales de muchas maneras. Son más completos y gran parte de ellos entrena tres artes marciales diferentes, por lo que las peleas son más entretenidas.
Su único lunar es el doping, aunque ahora está más regulado. Desde el cambio que hizo la Agencia Antidoping de USA en la reglamentación en 2015, los luchadores ya no consumen sustancias prohibidas con tanta asiduidad. Los que se atreven se arriesgan a sanciones de 1 o 2 años sin competir o que sean expulsados de por vida de la UFC.
Esta expansión de la compañía hace que consiga grandes patrocinadores como Reebok, EA Sports o Monster. Es la demostración de que ya hay multinacionales con interés en invertir millones en este deporte.
Las grandes marcas intuyen que el boxeo no tiene relevo generacional a corto plazo. Los grandes dinosaurios de los pesados ya no enganchan al público y en los pesos más bajos acaban faltando KO's. La época de Tyson y Holyfield ya quedó atrás, esta parece la de los Díaz y McGregor.
Fuente: playgroundmag
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