Hacer trampa en una prueba puede ser simple al mirar a través de los garabatos de otro estudiante, o tan sofisticado como el uso de un lápiz de luz UV para colarse respuestas en los brazos que nadie mas podría ver.
En una nueva encuesta realizada por una Sala de Estudiantes ha encontrado que uno de cada diez alumnos de edades comprendidas entre los 12 y 24 reconocen haber engañado al sistema con sus elaborados planes que van desde los muy ingeniosos hasta los francamente bizarros.
Una estudiante confesó que había escrito la información vital en un tampón, uno de los pocos elementos que se les permite poner en una sala de examen con usted.
Un estudiante escribió a sí misma algunas notas sobre sus muslos, que se cubrió con una falda y medias gruesas, pero cuando se sentó, estiró sus medias por lo que sus respuestas fueron reveladas.
Es evidente que las chicas tenían más con que trabajar, ya que otra dijo que había escondido sus notas bajo un pañuelo fingiendo que estaba resfriada.
Algunos recurrieron a escribir respuestas minúsculas en sus dedos y cubriéndolos con anillos, o pintando ecuaciones en sus uñas con esmalte de uñas.
Otros usaban un bolígrafo UV, que cuesta tan poco como £ 1.99 para apuntar notas bajo sus brazos, o incluso en sus pantalones y luego utilizando la luz en el otro extremo de la pluma pueden revelar la tinta invisible.
Tal vez la confesión más sofisticada fue donde un estudiante dijo que habían empleado el uso del código Morse para hacer trampa en un examen, golpeando su lápiz repetidas veces para pedir a sus compañeros de estudios las respuestas.
Esto, por supuesto, requeriría tener un fluido conocimiento del código Morse, un método de comunicación que reduce números y letras a pequeñas pulsaciones o golpeteos.
Irónicamente, parece que algunas de las tácticas para hacer trampa requieren casi tanta la planificación e ingenio como los propios exámenes en si.
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