Desde pequeños nos han enseñado a no juzgar un libro por su portada. Y esto se ha hecho más relevante desde que los psicólogos vienen descubriendo que la cara es una ventana hacia nuestros secretos más ocultos.
Incluso si estás acostumbrado a poner cara de póquer, tus rasgos revelan información importante sobre tu personalidad, salud, inteligencia y sexualidad.
Así que cuando vemos el rostro de una persona, ¿qué nos dice?
La cara según los griegos
Los antiguos pensadores griegos estaban claramente preocupados por su apariencia, y por cómo ésta reflejaba el espíritu, al punto que Aristóteles y sus seguidores llegaron a desarrollar un manuscrito al respecto.
Cuenta el manuscrito que "el cabello suave indica cobardía y el grueso valor". La nariz ancha, como la del ganado, indicaba pereza. Los labios carnosos y sensuales eran vistos por los filósofos como una señal de locura, y les daba la impresión de ser un ano. Las personas de labios delgados eran percibidas como orgullosas, como leones.
La forma y el carácter
En nuestra época las reflexiones de los griegos se han llevado a otro plano.
"La idea es que nuestra biología, como los genes y los niveles hormonales, influye en nuestro crecimiento, y los mismos mecanismos también dan forma a nuestro carácter", explica Carmen Lefevre, de la Universidad de Northumbria, en Reino Unido.
Lefevre encontró que las personas con altos niveles de testosterona tienden a tener la cara más ancha y pómulos más grandes, así como también tienden a tener una personalidad asertiva, y algunas veces agresiva.
El vínculo entre la forma de la cara y la capacidad de ser una figura dominante es sorprendentemente generalizado: mientras más ancha es la cara, mayor es el rango en la jerarquía del grupo.
Keith Welker, de la Universidad de Boulder, en Estados Unidos, recientemente demostró que el promedio del ancho y el largo de la cara de los jugadores de la Copa Mundial de Futbol del 2010 permitían predecir tanto el número de faltas que cometerían los mediocampistas como los goles de los delanteros.
Para hacer esta medición puedes comparar la distancia entre las orejas con la distancia entre el tope de tus ojos (debajo de las cejas) y tu labio superior. La proporción promedio es de dos (el ancho es el doble del alto). Como referencia incluimos una foto de Abraham Lincoln que tenía una proporción de 1,93.
Como te podrás imaginar, tu salud y tu historial médico también se encuentran descritos detalladamente en la superficie de tu cara.
La cantidad de grasa en el rostro indica claramente tu condición física, incluso mejor que indicadores como índice de masa corporal.
Aquellos con caras delgadas son menos propensos a sufrir de infecciones, y cuando las tienen, la enfermedad es menos severa que en otras personas. También tienden a padecer menos de depresión o ansiedad, probablemente porque la salud mental está usualmente vinculada con la condición física en general.
Para Benedict Jones, de la Universidad de Glasgow, en Escocia, hay que tener un nuevo entendimiento del papel de la grasa en el cuerpo humano.
"Qué tan sano estás no tiene que ver con cuánta grasa tienes en tu cuerpo, sino dónde tienes esa grasa", explica Jones.
En su opinión, las personas con figura de pera, con mayor peso en las caderas y el trasero pero con torsos planos, tienden a ser más saludables que los que parecen manzanas, con cauchos de repuesto alrededor de la barriga.
Esto se debe a que el tejido adiposo alrededor del pecho libera moléculas inflamatorias que pueden afectar órganos vitales.
Es posible que la amplitud de tu cara revele acumulación de grasa en las áreas más dañinas, opina Jones, o de hecho, puede ser que tener grasa en la cara sea en sí peligroso por alguna razón.
El color importa
Además de los rasgos mencionados, el color de tu rostro también revela secretos sobre qué tan saludable estás.
Tanto Jones como Lefevre enfatizan que esto no tiene que ver con el color de una raza, sino con tonos que pueden suministrar información sobre el estilo de vida.
Según Lefevre, se cree que una persona es muy saludable si tiene un leve tono dorado en la piel. Los pigmentos llamados carotenoides pueden encontrarse en vegetales y frutas, y contribuyen a fortalecer el sistema inmunológico.
"Cuando hemos comido suficiente, los carotenoides se acumulan en la piel y adquiere una tonalidad dorada. Los podemos exhibir porque no los hemos utilizado para combatir enfermedades", dice la investigadora.
De hecho, el brillo saludable contribuye significativamente con tu atractivo físico, mucho más que una visita a un salón para broncearse.
Por otra parte, una tonalidad rosada es una señal de buena circulación producto de un estilo de vida activo, e incluso puede ser una señal de la fertilidad de una mujer. Las investigaciones de Jones demuestran que ellas alcanzan un ligero rubor cuando se encuentran en el pico de su ciclo menstrual, quizás porque el estradiol, la hormona del sexo, hace que se dilaten los vasos sanguíneos en las mejillas.
Esto puede ser uno de los pequeños cambios que se suceden en la apariencia y el comportamiento de una mujer que, al juntarse, hacen que se vea más atractiva cuando es más propensa a quedar embarazada.
Genes y personalidad
Nuestra apariencia es mucho más que huesos y color de piel. Y para corroborar esta idea, en un reciente estudio un grupo de científicos pidieron a unos voluntarios que vistieran sus ropas favoritas, y que luego se tomaran una foto de la cara.
Aun cuando la ropa no era visible en la foto, jueces imparciales consideraron que se veían más atractivos que en otras fotos de los participantes.
El resultado es más impactante si se tiene en cuenta que les pidieron mantener expresiones faciales neutras. De alguna manera, su autoestima repotenciada salió a relucir.
Nuestras caras no solo son producto de la biología. No podemos cambiar nuestros genes o nuestras hormonas, pero si cultivamos nuestra personalidad y sentido de autoestima, pueden ser el espejo de cosas más importantes.
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