En las profundidades marinas, los tiburones acechan. Pero las víctimas no siempre son peces. En ocasiones, la presa son los cables de fibra óptica. Pero, ¿por qué a estos escualos les gustan los cables submarinos que se utilizan en redes de telecomunicación para la transmisión de datos?
Cuando los tiburones atacan, la prueba del delito suele quedar en el lugar: dientes. Pero es difícil cuantificar estos incidentes y determinar los efectos específicos en la infraestructura.
George Burgess, director del Programa de Investigación de Ataques de Tiburones en Florida, Estados Unidos, dice que no hay ninguna base de datos que documente el número de mordiscos –ni los daños causados– porque se trata de información secreta, tanto en el área militar como en la industrial.
“No se quieren documentar estos incidentes. Los propietarios de los equipos que sufren algún daño, no quieren que se sepa dónde está el problema. Cuando a nosotros nos piden que determinemos qué pudo dañar un cable que nos traen, ni siquiera nos dicen el lugar en el que estaba”, explica.
El especialista explica que, mientras existan este tipo de conexiones marinas, los tiburones seguirán sintiéndose atraídos a los cables de fibra óptica. ¿La razón? Generan señales electromagnéticas que los atraen porque son similares a las que emiten los peces.
Los mordiscos de los tiburones han hecho que Google decidiera utilizar un material similar al kevlar, empleado en chalecos antibalas y neumáticos por su gran resistencia y ligereza, para reforzar sus instalaciones marinas.
Google utilizará un material especial en una red submarina para proteger los cables de los dientes de los escualos.
Dan Belcher, el representante de la compañía que hizo el anuncio, escribió en la cuenta de Google en Twitter para resumir la situación: “Tiburones. Lo vimos venir. El siguiente paso, proteger a internet de los sharknados (haciendo alusión a una película en la que los tiburones llegan a la ciudad estadounidenses de Los Ángeles tras un tornado)”.
En el tuit había un enlace que incluía un video en el que se veía a un escualo clavándole los dientes a un grueso cable apoyado sobre el fondo marino.
Estos incidentes, sin embargo, no son nuevos. El 11 de junio de 1987, el diario estadounidense The New York Times publicó un artículo acerca del gusto de los tiburones por los cables.
“Los ataques han causado retrasos en el proceso de instalación. El costo de reparación de un mordisco en la estructura, que tiene el grosor de una manguera de jardín, puede superar los US$ 250.000?.
Y continúa: “La primera evidencia de la atracción de los tiburones a esta tecnología se encontró en las Islas Canarias en 1985 cuando se descubrieron dientes clavados en el cable”.
El que pierdan los dientes no es un obstáculo para que lo intenten de nuevo. Dos o tres semanas después, les salen nuevos.
El apetito de estos animales por la fibra óptica podría deberse a la confusión que le generan las ondas electromagnéticas. Pero considerando la magnitud de las redes existentes en la actualidad, y las que se prevé que se instalarán en el futuro, la confusión se mantendrá.
La publicación estadounidense Forbes refiere que existen aproximadamente 200 cables de fibra óptica en la red submarina que se utiliza para el envío de datos alrededor del mundo. Más del 95% del tráfico de voz y datos pasa por esa infraestructura.
Los números de Forbes también indican que en 2013 circularon por esos cables 51 billones de gigabytes mensuales. Se estima que ese número se incremente y llegue a 132 billones de gigabytes en los próximos cuatro años.
No hay comentarios: