Todo lo que nace, algún día, eventualmente tendrá que morir. ¿Cierto? Bueno… casi. Hemos aprendido a aceptar esta máxima como una verdad universal, un ciclo de vida que invariablemente se aplica a todos los seres vivientes.
Sin embargo, no todos los animales mueren porque haya un ciclo al final de la vida. Hay un animal, uno muy pequeño, que habita en cuerpos de agua dulce como los lagos, y que entra en la etapa de la madurez muy rápido, se reproduce en un periodo de tres o cuatro días y, contrario a otros animales que inician su reproducción a muy temprana edad, no muere. Este animal es la hidra.
¿Nunca muere?
Pues sí. Lo que la hidra hace, o mejor dicho, lo que no hace, es impresionante. Un día, hace aproximadamente dos siglos y medio, un joven profesor estaba disfrutando de una tarde agradable a las orillas de un lago cuando divisó una hidra y decidió hacer un experimento. Cortó a la creatura de tentáculos por el medio. Y, para su sorpresa, la hidra no murió. En lugar de eso, ambas partes se regeneraron y se convirtieron en dos seres vivos distintos. No satisfecho con esto, repitió el experimento. A continuación se formaron 4 pequeñas hidras. Y así sucesivamente – la hidra nada que moría.
Años después, un investigador llamado Daniel Martinez decidió retomar la historia. Tomó varias hidras de un lago en Long Island, Nueva York y las colocó en diversos recipientes con agua, reproduciendo su hábitat natural
Lo primero que sucedió, en el transcurso de una semana, fue la reproducción. Pasó un año y las hidras seguían firmes y fuertes. Dos años, exactamente lo mismo. Tres años, y se mantenía la constante. Cuatro años y no murieron.
Fue entonces que Martinez publicó un artículo relatando el suceso. En dicha publicación, él defendía que, aparentemente, existe una falta de senescencia en las hidras, que es un proceso natural de envejecimiento confirmado en todos los otros seres vivos.
Se dio cuenta que las hidras no mueren de la misma forma que todos los otros animales, pero de hecho pueden morir: cuando se quedan sin agua. Se secan y es todo. Pero en un ambiente natural, las hidras resultan totalmente resistentes y tienen una longevidad que da envidia a cualquier especie.
En el siguiente video se ilustra el experimento llevado a cabo por Martinez. Está en inglés, pero puedes activar el recurso de subtítulos automáticos que ofrece YouTube.
Cuatro años parece muy poco tiempo para decir que la hidra no muere, pero hay un patrón ampliamente reconocido en la naturaleza: cuanto más rápido se reproduce un animal, más rápido muere. El siguiente gráfico ilustra esto de una forma muy simple. Aquí aparece la mosca, que se reproduce a las dos semanas de su nacimiento y generalmente muere después de 60 días. Ya con el elefante las cosas son diferentes, demora trece años en reproducirse y muere a los 50. Y los seres humanos que de ninguna forma escapan del envejecimiento.
La hidra, sin embargo, escapa totalmente de este patrón. Ésta se reproduce con días de vida, pero las del experimento de Daniel aún se encuentran vivas y fuertes ocho años después de eso. Eso es 100 veces más que la longevidad de cualquier otro animal. Imagina que un elefante pudiera vivir durante 5 mil años.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué las hidras fueron las elegidas? ¿Por qué no hay otro animal parecido? ¿Por qué no nosotros?
La teoría de Daniel es que las células de las hidras no envejecen como las nuestras, por ejemplo. Las células humanas se especializan en desgastarse, pero la diminuta hidra sólo posee celular embrionarias y cambia todas ellas, del cuerpo entero, cada 20 días, de manera que parece una fuente de la eterna juventud.
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