Su vida es difícil. Muy difícil. Es que a partir de una deformación genética es señalado y degradado por la mayoría de los niños de su edad. Pero ese inconveniente también le genera problemas básicos, como, por ejemplo, atarse los cordones o todo aquellas tareas que tengan que ver con motricidad fina.
Es la historia de Kaleem, un niño indio cuyos padres sólo ganan 25 dólares al mes y no tienen el suficiente dinero como para sostener un tratamiento apropiado. Sus gigantes manos pesan ya ocho kilos cada una.
"No voy a la escuela porque la maestra me dice que otros chicos se asustan de mis manos", dice Kaleem, y agrega: "Muchos de ellos me acosan por mi deformidad y dicen 'vamos a golpear al chico de las manos grandes'".
Kaleem tampoco puede abrocharse botones de sus camisas o sacos, subirse los pantalones o incluso ponerse un abrigo. Necesita siempre de la ayuda de familiares. Su vida es un constante desafío. Sin embargo, duda sobre operar sus manos. Su papá, Shamim, lo sabe: "Tiene dificultad para alimentarse, así que debemos hacerlo nosotros. Usando dos dedos él es capaz de tomar un vaso y beber agua", señaló al diario británico Mirror.
"No sé si quiero que los doctores me operen las manos. Tendrían que ponerme inconsciente y luego cortarme y abrirme", señaló el pequeño al medio inglés. "No tengo problema si ellos pueden hacerlo sin una inyección. Una operación chica estaría ok", añadió.
Los médicos especialistas no encuentran una explicación al hecho. El director del hospital local donde Kaleem se atiende fue claro. "Nunca vi un caso en las publicaciones medicinales o de internet donde sólo las manos sean las que crecen", señaló el doctor Ratan. "Hasta que no hagamos los chequeos genéticos apropiados, no estaremos en condiciones de saber qué es exactamente lo que causa esta deformidad".
Lo cierto es que la vida de Kaleem avanza, sus manos crecen y su día a día se hace cada vez más complicado, para desesperación suya y de sus padres.
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