Según cálculos matemáticos, desde una altitud de 10.000 metros –más o menos a la que vuelan los aviones comerciales–, veríamos el horizonte –o sea, la superficie de la Tierra– con una curvatura de 0,056º, la misma que si contemplásemos un círculo de 10 metros de radio desde 56 centímetros de distancia.
Es decir, a esa altura, y suponiendo que el cielo esté despejado, apenas apreciaríamos que el planeta es redondo.
Para ver bien la curvatura terrestre habría que volar bastante más arriba, quizá por encima de los 15.000 metros –a 20.000 ya es claramente perceptible–. Es cierto que en algunas fotografías tomadas desde mucho más abajo –aviones, paracaídas, parapentes o cimas montañosas– el horizonte aparece curvado, pero se debe a la distorsión o efecto barril de las lentes de las cámaras.
Otra forma de visualizar la curvatura terrestre son los eclipses de Luna, ya que esta resulta oscurecida por una silueta circular que corresponde a la sombra de la Tierra.
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