EE.UU.- Con el tamaño de un grano de arroz, estos dispositivos, en la práctica, pequeños circuitos electrónicos envueltos en una capsula de vidrio quirúrgico, ya pueden ser implantados en seres humanos, pero por ahora, con funciones limitadas.
Sin embargo, en los próximos diez años pueden proporcionar datos sobre el cuerpo que lo alberga.Información como los niveles de glucosa, urea, oxígeno, hormonas y colesterol debe ser lo primero en obtener a partir de los fluidos corporales, como la sangre. Estas sustancias serán analizadas al pasar por los microcanales presentes en la cápsula de vidrio: microsensores electrónicos identificarán la presencia de biomarcadores, parámetros biológicos que indican si la persona está enferma o sana. Esto permitirá, por ejemplo, detectar el movimiento de las células cancerosas o identificar los signos de un inminente ataque al corazón, según información de la revista brasileña VEJA.
"Los biochips van acelerar el diagnóstico de enfermedades, porque son ultrasensibles. Esto permitirá que las pruebas de análisis clínicos sean más rápidos y baratos", dice Idagene Cestari, directora de la bioingeniería del Instituto del Corazón (Incor) de Brasil.
Para tener acceso a la información recopilada y analizada por el biochip, el médico necesitará llevar un dispositivo como un smartphone, los datos del paciente serán transmidos desde el biochip a través de ondas de radiofrecuencia y aparecerá en la pantalla del dispositivo externo. Además de hacer más eficiente el diagnósticos, los biochips pueden ayudar en el tratamiento de enfermedades crónicas como la diabetes.
Los dispositivos en miniatura podrían ser implantados en el cuerpo con un "stock" de insulina, que saldrá todos los días, automáticamente. Lo mismo puede ocurrir en el caso de otras enfermedades como la hipertensión arterial. "Podemos hacer una medicina personalizada", dice Idagene.
El proyecto desarrollado por startup relacionada con el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) es lo más palpable en este sector y que puede implantar el biochip debajo de la piel o el abdomen.
Otros fabricantes, por ejemplo, invierten en la creación de biochips para automatizar las tareas del día a día y están encontrando mercado. El Amal Graafstra, de 38 años implanta en la mano una identificación mediante chip de radiofrecuencia (RFID, las siglas en inglés) para reemplazar las llaves del auto y la casa.
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