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Alberto 4 jul 2014 0 No hay comentarios


También te decimos por qué las mujeres y hombres ríen diferente.

Ha sido difícil conseguir un financiamiento para un estudio que examine los efectos del humor en la salud, pero existen algunos estudios que muestran que las carcajadas tienen beneficios reales.

Y es que la risa libera endocrinas; estos neurotransmisores del placer induce reacciones como el que los vasos sanguíneos sean más anchos. Un estudio realizado en 2005 concluyó que tras ver una película cómica el flujo sanguíneo de los participantes había aumentado 22%.

De acuerdo con Mental Floss, se ha demostrado que la risa también quema calorías, reduce el estrés y mejora el estado de ánimo, aunque es difícil imaginar, que el divertirte no te haga sentir mejor.

La risa y el buen humor son biológicamente útiles. Las personas que contrarrestan el estrés con el humor tienen un sistema inmunitario sano; padecen un 40% menos de infartos, sufren menos en el dentista y viven cuatro años y medio más. Por eso los científicos recomiendan reírse, al menos, 15 minutos al día.

Cuando los sentimientos negativos perduran mucho tiempo producen agotamiento y perjudican al organismo.

¿Existe quien le tiene miedo a la risa?

Con frecuencia, estar con un grupo de amigos y echarse unas risas es una grata experiencia. Pero para quienes sufren de gelotofobia es todo menos eso. Sus víctimas le temen a la risa.

"Escucho reír y asumo que se están burlando de mí. Me pongo tenso y me preparo para la pelea. Puedo sentir la adrenalina", le explica Drummond (todos los nombres de esta historia se han cambiado) a los investigadores que estudian su caso.

"Casi nunca hablo o hago algo que me haga reír", continúa este joven estadounidense de 18 años. "Veo cómo otros se divierten y algunas veces quiero cambiar y ser como ellos. Pero no quiero acercarme y que se burlen de mí porque soy diferente".

Esta descripción fue grabada por la doctora Tracey Platt, de la universidad de Zurich en Suiza, quien forma parte de un grupo de científicos de todo el mundo -incluyendo África, Canadá, India y Rusia- que intentan comprender las causas de este trastorno.

Según los expertos, puede que los gelotofóbicos no entiendan lo que es la risa o piensen que está dirigida a ellos de forma negativa y maliciosa, con lo cual sienten miedo cuando la escuchan, así lo publica BBC Mundo.

Con frecuencia les es muy difícil estar rodeados de gente, y pueden sufrir de dolor de cabeza por estrés, mareos y episodios de temblor en situaciones sociales, agregan. Los individuos con esta fobia pueden tener también limitaciones laborales.

Trabajar en una oficina llena de gente puede ser un reto infranqueable si siempre hay alguien riéndose, porque se siente como un ataque personal. A largo plazo, la fobia puede llevar a la ansiedad y a la baja autoestima. También está asociada con la depresión.

A los gelotofóbicos les puede costar mucho hacer amigos, encontrar amor y tener alguna forma de relación duradera.

La doctora Platt explica que las causas pueden estar en el ambiente del niño, en cómo se desarrolló su personalidad, la vida escolar, la social y su propio sentido del humor. Y agrega que muchos gelotofóbicos fueron víctimas de acoso escolar.

¿Hombres y mujeres ríen diferente?

El humor es genuinamente humano, pero sigue estrategias cerebrales diferentes para hombres y mujeres. Para la población masculina, lo ilógico basta para despertar el sentido del humor, mientras que las mujeres requieren que esas situaciones absurdas sean graciosas y provoquen la emoción de lo divertido.

Una investigación realizada por la Universidad de Navarra explica qué sucede en el cerebro desde que nos cuentan un chiste hasta que se desencadena la risa: primero usamos áreas de la corteza cerebral para procesar palabras y darnos cuenta de lo escuchado o leído no tiene sentido, así lo publica ABC.es.

Después, la zona que procesa los sentimientos. Allí lo absurdo o gracioso genera una emoción placentera porque entra en acción la dopamina, la hormona de la felicidad. La hormona activa el sistema de recompensa al estimular el interruptor central (núcleo accumbens). Una vez activado, se envían señales de felicidad a la corteza prefrontal. Por último el sistema de recompensa se encarga de generar la reacción eufórica, la carcajada.

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