La muerte de uno de los padres es uno de los eventos más traumáticos que un niño puede experimentar en su vida. Se trata de un suceso que puede acarrear muchas consecuencias psicológicas graves a corto plazo. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Aarhus (Dinamarca) sugiere que otra de las consecuencias no psicológicas a largo plazo, es un mayor riesgo de mortalidad al entrar en la edad adulta temprana.
El estudio, que ha sido publicado en la revistaPloS One, explica que los efectos de este trágico suceso van más allá del entorno psicológico, ya que el porcentaje de fallecer antes de los 40 años es un 50% más en comparación con las personas que no han experimento la muerte de uno de sus padres antes de los 18 años.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron los datos de niños nacidos en Dinamarca entre 1968 y 2008, en Suecia entre 1973 y 2006 y en Finlandia entre 1987 y 2006. De todos ellos, el 2,6% perdió a uno de sus padres cuando tenían entre 6 meses y 18 años. Tras esto, los expertos descubrieron que existían más posibilidades de muerte entre los niños cuyos padres murieron a causa de un accidente, frente a los casos de muerte por causa natural.
“Estos resultados justifican la necesidad de la salud y del apoyo social a los niños que atraviesan momentos difíciles y que ese respaldo de las administraciones debe ser durante un largo periodo de tiempo”, afirma Jiong Li, líder del estudio.
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