El exceso de poder, o el poder absoluto es un gran problema, porque corrompe. Al síndrome de exceso de esta característica es conocido como Hubris. Un término que proviene de la Antigua Grecia, con el que identificaban a aquellos que abusan del poder con vejaciones y desprecio hacia los demás.
David Owen, neurólogo y antiguo ministro de exteriores de Gran Bretaña, fue quien acuñó el término como un trastorno de paranoide que viene de la megalomanía y termina en paranoia.
¿Cómo se identifica a quien padece ese síndrome? Aunque la última palabra la tiene un médico hay acciones que nos pueden ayudar a intuir que padece el síndrome Hubris, son personas con gran confianza en sí mismos, son imprudentes, cuidan su imagen extremadamente, aparentan lujo, es muy difícil hablar con ellos, ya que no prestan atención a los argumentos que le presentan los demás y lógicamente nunca reconocen sus errores.
Uno de los síntomas de quienes padecen el síndrome Hubris es que se atribuyen todos los éxitos, aunque realmente no sean suyos, mientras que desarrolla la convicción de que él siempre tiene razón.
Cuando pierden su puesto de poder, estas personas entran en una etapa de depresión y vuelta a la realidad. Esta recuperación sólo llega cuando se agotan las posibilidades de continuar en el poder.
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