Los zoólogos han descubierto que, al contrario de lo que pueda pensarse, el cambio de color de la piel de los camaleones no constituye un mero método de camuflaje, sino que se produce en función de su estado de ánimo, la luz ambiente, su temperatura corporal y, sobre todo, el mensaje que quieran transmitir a sus congéneres.
De hecho, no todas las especies de camaleón tienen la habilidad de modificar su aspecto, y algunas solo pueden cubrirse de verde, marrón o gris. Por este motivo, se cree que la capacidad de comunicación de estos saurópsidos es la clave evolutiva que explica que ciertas variedades muestren una gama más amplia de tonalidades. Las diferentes coloraciones y dibujos indican características como la territorialidad, en el caso de los machos, o la receptividad al apareamiento, en el de las hembras.
Cuanto más brillantes sean, más dominante será un individuo, lo que ahuyentará a posibles invasores y atraerá a individuos del sexo opuesto. Así, los tonos grises, marrones e incluso el negro son una señal de sumisión o miedo. El camaleón pantera, por ejemplo, aparece rojo y amarillo cuando se dispone a atacar. En las hembras, las coloraciones llamativas expresan que rechazarán a sus pretendientes o que están preñadas.
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