Una de las mayores necesidades de todos los seres humanos es la de sentirse seguro. Para crear esa sensación de estabilidad nuestro cerebro traza distintos mecanismos de protección o defensa, de los cuales surgen la mayor cantidad de suposiciones.
Con el afán de conocer o descubrir la verdad, nuestra mente comienza a construir conjeturas basadas en una idea que puede ser correcta o no. Nuestra razón odia por sobre todas las cosas el caos y la incertidumbre, por lo tanto nos dedicamos a darle sentido a nuestra existencia a través de hipótesis que muchas veces nos hacen sufrir más que la misma realidad.
El problema de las suposiciones es que nos las tomamos así sino que las damos por sentado, no las cuestionamos, sólo las asumimos como una verdad absoluta que nos puede herir o enfurecer al igual que lo harían los hechos más desfavorables. A pesar de que este mecanismo es parte de nuestra naturaleza, dejar de suponer es posible cuando nos mantenemos en un estado de seguridad y confianza basado en el presente. El desasosiego que una nueva experiencia nos hace sentir, es el primer motivador para que comencemos a imaginar infinidad de situaciones infundadas.
El amor y más en sus primeras etapas, es uno de los fenómenos alrededor del que creamos más conjeturas. De una simple idea, del más mínimo detalle, nuestra cabeza puede originar el drama más insufrible de todos. Intentar controlarlo todo, conocer todas las respuestas y predecir el futuro son parte de una terrible inseguridad a la que las mujeres nos enfrentamos cuando comenzamos una relación. Como una reacción a lo desconocido, nuestro complejo y analítico pensamiento femenino inicia una búsqueda incesante de explicaciones. Mismas que surgen cuando empezamos una relación y aún no conocemos del todo bien a nuestra nueva pareja, o simplemente cuando la inseguridad no nos permite disfrutar el momento.
Los errores que todas las mujeres cometen al empezar una relación, giran alrededor de una serie de cuestionamientos absurdos. Los cuales no mejoran ninguna situación, solamente exacerban la incertidumbre que esa nueva aventura les llegue a causar.
10. ¿Seré la única en su vida en este momento o hablará con cientos de mujeres más?
9. ¿Cómo contesté el último mensaje que me envío? Creo que puse un signo de exclamación ¿habrá pensado que soy muy intensa?
8. Ha pasado más de una hora y el no ha contestado mi mensaje ¿habrá perdido el interés en mí?
7. ¿Será sincero conmigo? Tal vez esté siendo tan encantador para enamorarme hasta que me acueste con él.
6. ¿Qué pensarán sus amigos de mí, qué pasaría si lo tratan de convencer de que no soy suficiente para él?
5. ¿Me estará usando para olvidarse de su ex novia o para causarle celos a otra mujer?
4. ¿Qué debería usar en nuestra próxima salida, será mejor parecer que no me esforcé demasiado o que me arreglé especialmente para él?
3. ¿Por qué sólo salimos a eventos sociales y nunca me pide salir a una cita de verdad?
2. ¿Hablará de mí con otras personas, qué les contará?
1. ¿Tendrá planes a futuro conmigo o sólo le interesa tener una novia por un rato?
Agobiarte con tus propios pensamientos es más común de lo que crees, pero también está en ti dejar de imaginar el peor panorama. Cometer el error de suponer en lugar de confiar al iniciar una relación, podría echar todo a perder. Disfruta el presente, deja de preocuparte por el futuro y en lugar de conjeturar ideas, ocúpate de lo que quieres conseguir de lado de tu nueva pareja.
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