Durante años, la psicología con todas sus ramas se ha dedicado al estudio de la mente humana y su comportamiento.
A lo largo de ese recorrido, esta ciencia ha descubierto algunas de las razones por las que el hombre padece, por decirlo de alguna manera. Entre estas explicaciones se encuentra el síndrome adictivo que al parecer todos desarrollamos con facilidad y distinto grado. Éste se compone de una serie de síntomas y signos que resultan de diversos factores como una disfunción bioquímica, una propensión del sistema dopaminérgico del cerebro o algún desequilibrio emocional.
Las adicciones han sido clasificadas por las ramas correspondientes para desarrollar el tratamiento clínico o psicológico acertado. La categorización más sencilla se divide en adicciones de conducta, como al juego, sexo, religión, trabajo o relaciones personales; y en adicciones de ingestión, como drogas, alcohol, café, tabaco o comida.
Para la mayoría de estas condiciones ya existe un tratamiento prometedor. Sin embargo, existe un apego patológico peligroso y complejo que casi no se estudia: la adicción a las relaciones. Sentir la necesidad de poseer o disponer de otro ser humano, llámese codependencia o de cualquier otra forma, es parte de casi el 90 % de las relaciones actuales. Lo cual nos lleva a pensar que en materia de parejas y amor la psicología no sabe mucho todavía.
Lo único certero es que todas estas patologías surgen después de ciertas etapas del ser humano; para un niño por ejemplo, es muy complicado desarrollar algún tipo de adicción, pues su cerebro aún no comienza a tener ciertas asociaciones entre un estimulante y el “placer”. Por otro lado, años de investigación han demostrado que los apegos nocivos no van ligados a la madurez, pues un gran porcentaje de adultos, profesionistas y exitosos, padecen algún tipo de adicción y ni siquiera lo saben. En conclusión, la infancia, adolescencia y juventud son las mejores etapas para disfrutar de lo mejor que tiene la vida; amor por ejemplo.
La explicación anterior sería solo una de las muchas razones por las que conocer al amor de tu vida a los 20 años sería algo fantástico. No sólo se trata de la mejor decisión para disfrutar de tu relación al máximo, sino de la mejor forma en la que tu madurez emocional y mental terminará de concebirse con alguien a quién amas y te ama.
15. Ya superaste la conflictiva e inestable etapa de la adolescencia.
14. Los recuerdos que tendrás con tu pareja después de los 20 serán inolvidables.
13. Pueden hacer planes juntos con poco dinero para hacer cosas nuevas y distintas.
12. El sexo es increíble durante esa edad.
11. Posiblemente ya te han roto el corazón, así que ahora estás más preparado para enfrentar cualquier cosa.
10. Pueden comenzar a hablar sobre lo que cada uno quiere en el futuro.
9. Tienen más oportunidades de salir hasta tarde o viajar solos.
8. Las peleas sin sentido disminuirán en gran medida.
7. La universidad y otras ocupaciones los mantendrán alejados de caer en una relación codependiente.
6. A esa edad todo lo disfrutas al máximo.
5. Tienes menos responsabilidades y más tiempo libre para pasar el día con tu pareja.
4. Tu madurez emocional está lista para enamorarse profundamente.
3. Tu pareja te acompañará durante tu crecimiento personal y profesional, y viceversa.
2. Será más fácil adaptarse el uno al otro porque sus vidas no están completamente hechas.
1. A esa edad no tendrás problemas para socializar con sus amistades, ni tu pareja con las tuyas.
Los 20 no son sólo un número, son el momento exacto en el que el amor de tu vida te encontrará más dispuesto(a) que nunca a luchar por lo que ambos quieren. Se trata del tiempo correcto para demostrar todo lo que eres sin miedo a que te juzguen, pues no existe un amor más grande, fiel e incondicional que el que se construye en base a la verdad.
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