Independientemente de la opinión de cada cual sobre Apple o sobre el propio Steve Jobs, el fallecido líder de Apple era un CEO increíblemente prolífico y conocido internamente por su inagotable actividad. Estas son algunas de las costumbres de trabajo que hicieron a Jobs tan productivo.
Jobs era una persona complicada y, por cada idea genial que tuvo, se le ocurrieron un montón de malas ideas. Su estilo de gestión era la confrontación, y su autoritarismo y poco tacto eran de sobra conocidos en Apple. En esencia, no era una persona con la que fuera sencillo ni agradable trabajar. Sin embargo, logró cambiar la cara de la compañía y los mercados en los que trabajaba, y todos podemos aprender algo de algunas de sus costumbres.
Librarse de lo accesorio y centrarse en lo que importa
Cuando Jobs regresó a Apple en 1997, uno de sus primeros movimientos como CEO fue reducir el número de productos que la compañía tenía a la venta. De ahí, fue introduciendo nuevos dispositivos, pero siempre con la simplicidad en mente. No solo lo aplicó a Apple. Jobs tambiéna consejó a Nike que revisara su catálogo y se librara de lo menos importante.
Este principio de Jobs puede ser aplicado muy fácilmente a la vida diaria. Si tienes demasiado trabajo, quizá es necesario empezar diciendo no más a menudo. Deshazte de las actividades que no aportan nada a tu vida o a tu carrera y céntrate en lo que realmente importa.
Delega responsabilidades
Centrarse en lo que importa es más fácil de decir que de hacer. La manera que Jobs tenía de llegar a este ideal era delegar y asegurarse de que cada cual estuviera haciendo solo aquello que debía hacer y nada más. Durante las reuniones en Apple, Steve asignaba numerosas tareas y hacía a la gente responsable de ellas.
Para lograr los mejores resultados en el trabajo, es preciso abandonar la multitarea extrema y concentrarse en una única tarea. Cuantas más tareas se deleguen en personas capacitadas para ello, más tiempo nos quedará para centrarnos en lo importante.
Vive más experiencias vitales
Centrarse en nuestra tarea no implica que debamos cerrarnos a todo lo demás. En su famoso discurso de la Universidad de Stanford, Jobs recuerda la importancia de mirar continuamente alrededor para ampliar el número de nuestras habilidades.
Cuando estudiaba en Stanford, Jobs se apuntó a un curso de caligrafía y tipografía. Lo que aprendió no le fue de utilidad inmediatamente, pero años más tarde, cuando diseñaba el primer Mac, aplicó lo que había aprendido a la hora de definir las tipografías de aquella computadora.
Jobs profundiza en la idea de creatividad en una entrevista a Wired, y la define como el arte de hacer conexiones. Aplicado a la práctica, cuantas más experiencias tengamos, más y mejor podremos enriquecer nuestro trabajo.
Evalúa tu vida cada día y haz los ajustes necesarios
En el mismo discurso de Stanford, Jobs subrayaba su mayor fuente de motivación en la vida: la muerte. Suena bastante siniestro, pero lo que quería decir era que valoremos cada día nuestra actividad y nos preguntemos si realmente es lo que queremos hacer. Si la respuesta es no durante muchos días seguidos, conviene revisar nuestras expectativas. Siempre hay días negativos, pero si los días en los que no queremos estar haciendo algo superan aquellos en los que sí nos sentimos plenos con nuestra actividad, algo falla y quizá es hora de dar un giro a nuestra carrera.
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