La última moda en los comercios chinos consiste en vestir una fruta tan sabrosa como el melocotón con ropa interior femenina. Las hay de todos los colores, formas y retales. Desde las más ponibles -para un día de trabajo-, hasta unos saltos de cama con encaje. Esta prenda ensalza las sinuosas curvas del durazno antes de que el comensal lo deje en los huesos.
El melocotón, entendido como una de las frutas más refrescantes para el verano, podría convertirse a partir de ahora en la más erótica. Todo ello, gracias a un frutero de Nanjing (China) amante de la lencería, que un día miró esta fruta con otros ojos y pensó que parecía un trasero. Ahora, los melocones eróticos se venden en cajas de satén por 80 dólares.
Si la braga es entallada, el comensal podrá averiguar cuando el melocotón está maduro. Las más cedidas se podrán reservar para los duraznos de final de temporada, pues es humano que cuando la carne escasea, las exigencias bajen puntos en esa macedonia sobre la que se construye el morbo humano.
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