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» » » ¿No dejarse de ver al espejo es malo?

Alberto 3 ago 2014 0 No hay comentarios


También te decimos si existe alguien que se pueda enamorar de su computadora.

Al igual que la malvada bruja de Blancanieves preguntaba: "espejito, espejido, dime quién es la más bella…". Existe un trastorno que ocasiona que las personas no se despeguen del espejo.

El origen de esta obsesión por la imagen física es la búsqueda de la perfección. Quienes lo experimentan, suelen ser personas que han basado gran parte de su autoestima en el aspecto físico desde una edad temprana. Buscan el defecto de modo constante, con la idea de mejorar cada parte de su cuerpo. Y se convierte en una patología, porque la perfección no existe. Detrás de esto existe un complejo vínculo entre el perfeccionismo, la autoexigencia y la valoración personal, así lo explica a ABC.es, la psicóloga Laura Palomares.

A esta obsesión por verse siempre, se le llama captotrofilia que busca con cada mirada la autocrítica, el menosprecio de su aspecto o cualquier rasgo específico, así como el sentir que no puede reprimir el deseo de comprobar su imagen física, pero, ¿es realmente un problema? "El hecho de mirarse al espejo como tal no es un problema. Éste comienza cuando la rutina se convierte en una adicción, una necesidad básica que genera malestar general, aclara la investigadora.

En este misma sentido, Belén Silván, psicóloga y psicoterapeuta en la Clínica Virgen de las Nieves, en Madrid, España, señala que "cuando la conducta limita nuestra vida porque nos vemos obligados a dedicar gran parte de nuestro tiempo a ello y sentimos ansiedad si no la realizamos, se convertiría en una obsesión".

"Estas personas se miran una parte de su cuerpo específica, y cada uno tiene un punto débil y otro fuerte, por lo que se concentra en lo que considera un defecto. Cuando corrige ese “supuesto defecto", comienza a observar otro nuevo», explica Silván. Sin embargo, hay excepciones: "Me miro para agradarme a mí. Soy feliz como soy, y lo que piense la gente de mí me da absolutamente igual", confiesa N.P., una obsesionada por el espejo que rompe las reglas, sale a la calle sin maquillar y disfruta de la rutina de mirarse en cada superficie que le devuelva su reflejo.

A pesar de que pueda parecer que son las mujeres las que más padecen este tipo de obsesiones, Palomares explica que cualquier persona es vulnerable en mayor o menor medida, aunque son especialmente las que tienen baja autoestima (sobre todo en edades muy tempranas) quienes tienen más posibilidades de sufrirlo. "En la adolescencia es cuando se empieza a forjar la personalidad y el cómo te veas tú y los demás marcará muchas conductas que se presenten en la madurez", señala Asarbai. De esta obsesión no se libra nadie: ni hombres ni mujeres.

"Estas personas no piensan que tengan un problema, están convencidas de que tienen un defecto, tratan de esconderlo, se observan constantemente en el espejo y piden ayuda a sus padres, en el caso de los adolescentes, para ser sometidos a una intervención", explica Silván. La psicóloga, añade también que entonces, la vida se condiciona a esta conducta, y la persona sufre mucho, manifiesta síntomas de ansiedad. Suele estar deprimido y experimentar frecuentes altibajos en el estado de ánimo.

¿Puede alguien enamorarse de su computadora?

Sí hay quienes desarrollan una atracción sentimental e incluso sexual por los objetos inanimados, explica la Asociación Estadounidense de Psicología. Tienen una condición llamada objetofilia. Existen casos reales documentados, como el del berlinés Bill Rifka, enamorado de su iBooK; el de Edward Smith, aficionado a las caricias de su automóvil "Vainilla"; o el de Erika Eiffel, que en 2008 se casó con la torre Eiffel y hoy asegura que sostiene una relación con el muro de Berlín.

¿Sigmund Freud iba a terapia?

"Algunos escritos mencionan la posibilidad de que se sometiera a tratamiento con su mentor Josef Breuer, iniciador de la hipnosis, por su salud mental o por aprender a fondo esta técnica", comenta Ashlyn Dounce García, especialista de la Sociedad Psicoanalítica Mexicana. También se cuenta que el padre del psicoanálisis fue paciente de uno de sus más brillantes discípulos. Carl Jung, añade Leonardo Amezcua Pérez, psicólogo clínico de la Universidad del Valle de México.

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