Sí eres de las que ya está a punto de casarse, chequea el siguiente listado sobre 10 cosas que nadie te dice antes de lanzarte al agua. ¿Agregarías alguna otra?
1. No tienes por qué endeudarte
Las bodas son divertidas. Divertidas y caras. Mucho.
Pensar que vas a liquidar los ahorros de tu vida en un solo día puede resultarte incomprensible. No desesperes, aún puedes dar marcha atrás en la tradicional boda y gastar una cifra normalita en la declaración del “sí quiero”. Siempre puedes alquilar un jardín para compartir el momento con tus seres más queridos, decorarlo tú misma y pagar un cátering razonable.
2. Pero lo harás
Seamos sinceras. Por muchos buenos propósitos de boda económica que tengas en mente, sabes que te casarás con un vestido de novia blanco que no podrás pagar, que acabarás con más de 500 invitados a tu alrededor, tu tarta de boda medirá el doble que tú y la cantidad de flores presentes podrán dar de comer a más de 20 floristas durante un año.
3. Casarse no cambia nada. Tener hijos lo cambia todo
Si pensabas que después del matrimonio todo sería ser felices y comer perdices, te equivocas. Si había problemas entre vosotros antes del matrimonio, seguirán ahí después de la luna de miel. En cambio, los hijos sí que lo cambian todo: si vivíais en una nube en la vida de recién casados, la nueva unión parental puede llevaros a la locura.
4. Te odiarán en Facebook
¿Conoces a todas aquellas personas que cuelgan fotos de su boda, luna de miel y bebés? Pues estás a punto de convertirte en una de ellas. Puede que pierdas algún “amigo” por el camino, pero que no falten tus fotos en Hawaii tocando el ukelele. Eso sí, intenta no publicar demasiados desnudos de tu hijo. Te lo agradecerá cuando crezca.
5. Si puedes, contrata a alguien que limpie tu casa
Piensa en todas las veces que acabaréis discutiendo sobre quién limpia esto y lo otro. Si vuestra economía os lo permite, contratad a alguien que limpie la casa ocasionalmente: los dos estaréis felices de vivir en una casa limpia y podréis emplear el tiempo que os sobra en apuntaros a clases de tiro con arco y Thai chi.
6. Puede que no sepas cuándo es el momento adecuado para tener niños
Si estabas esperando una campanita que te avisara, olvídalo. Si quieres tener hijos, tenlos (o adóptalos). Si no quiere, no los tengas. Y si pensabas que no querías tenerlos, pero ahora sí quieres, no es demasiado tarde.
7. Puede que te preguntes si hiciste lo correcto
En las grandes discusiones con tu marido, puede que te preguntes si hiciste lo correcto casándote con él, y él contigo. Puede, incluso, que te imagines divorciándote y viviendo soltera de nuevo.
No te asustes: es muy común en todas las parejas, casadas o no, que se imaginen dejándolo todo y rompiendo la relación. Aunque, desafortunadamente, hay muchos matrimonios que acaban en divorcio, no pienses que una mala racha conducirá directamente a eso.
8. Tendrás que hacer cosas que no te apetezca hacer, y a él también
El matrimonio significa compartir, y eso también incluye cederle el último paquete de galletas. Si pensabas que vivirías en un edificio de lujo, que tu marido te traería las zapatillas a la cama junto con el desayuno cada mañana, y que te llamaría solo para decirte que te quiere cada cinco minutos, puede que te equivoques de sueño. O tal vez has conocido a Mr. Perfecto, en cuyo caso, ¡no lo sueltes!
Si no es así, seguramente hay muchas cosas que no te gustan de él, y al revés. Los dos tendréis que poner de vuestra parte y esforzaros en formar una vida juntos.
9. Te sentirás atrapada un tiempo, mientras tienes niños
Cuando solamente estáis casados, siempre tienes el divorcio como vía de escape, aunque no quieras separarte. Pero cuando tienes hijos puede que sientas que ya no hay "salida”, que tendrás que vivir con esa persona para siempre. Si estabas feliz con la idea de compartir vuestra vida antes de que llegaran los pañales, ¿por qué no te planteas lo mismo ahora?
10. Pero merecerá la pena
Por mucho que seamos mujeres independientes y fuertes, que lo somos, nos gusta (por naturaleza) tener a nuestro lado a un hombre que nos comprenda y quiera. Y de eso tratan las relaciones al fin y al cabo.
Si al final del día, tú le eliges como el único hombre a tu lado y él te elige a ti, sí, estáis hechos el uno para el otro.
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