Un amplísimo plantel de más de 70 científicos firma este jueves en la
revista Science Express seis investigaciones que describen profusamente
la superficie marciana a partir de los datos enviados por el rover Curiosity de la NASA. Entre sus hallazgos, el más destacado hace referencia a la posible existencia de vida en el pasado.
Según describen, el lugar donde aterrizó el vehículo explorador en agosto de 2012, conocido como el cráter Gale, albergó un
lago que, teóricamente, pudo haber sido habitable. Esa antigua cuenca
tenía las condiciones necesarias e indispensables para que pudieran
desarrollarse a placer unos microbios conocidos como
quimiolitoautótrofos, capaces de obtener energía de la oxidación de las
rocas y que en la Tierra se encuentran comúnmente en las cuevas y las
fuentes hidrotermales.
El Curiosity, cargado con diez instrumentos científicos, se ha
mantenido muy activo durante toda su estancia en Marte. Después de
retransmitir a la Tierra los detalles del suelo marciano cerca del lugar
de aterrizaje, el rover fue guiado hacia su objetivo principal, el
monte Sharp, con el fin de investigar una anomalía térmica en una
depresión de unos 5 metros de profundidad conocida como Yellowknife Bay.
Allí, el rover encontró una gran sorpresa, un conjunto de pequeñas
rocas sedimentarias granuladas que sugieren que hubo un lago durante
decenas o cientos de miles de años, según informa el equipo dirigido por
John Grotzinger, del Instituto Tecnológico de California en Pasadena
(EE.UU.).
El agua es un indicador elemental de vida, al menos tal y como la
conocemos. Otras misiones ya han encontrado otros ambientes donde era
abundante en el pasado, pero no es suficiente. Para que los metabolismos
más sencillos puedan desarrollarse, hacen falta otros ingredientes
vitales.
Este antiguo lago marciano parece cumplir con los requisitos:
un pH relativamente neutro, baja salinidad y una serie de elementos
biológicos clave, como carbono, hidrógeno, oxígeno, azufre, nitrógeno y
fósforo. Los científicos creen que esas condiciones son adecuadas para
albergar una amplia gama de sencillos microorganismos procariotas.
Expuestos a rayos cósmicos
Otros cuatro informes proporcionan lecturas detalladas del sofisticado
equipo analítico a bordo del rover. En ellos, los investigadores
describen el análisis de dos muestras de rocas sedimentarias, conocidas,
respectivamente, como "John Klein" y "Cumberland", que el Curiosity
agujereó por debajo de la superficie marciana. Estudios anteriores
habían predicho que tales minerales debían de haberse formado por hace
unos 4.100 millones de años, pero los investigadores creen que son
posteriores.
Además, otra investigación dice que otra famosa roca localizada por
el rover, "Sheepbed", fue depositado hace unos 4.210 millones años (350
millones años más o menos), poco después del impacto Gale, y que solo ha
sido expuesta a la superficie del planeta durante cerca de 78 millones
de años (30 millones de años más o menos). Según los autores, las
muestras similares de sedimentos, que solo han estado expuestos a los
rayos cósmicos durante períodos relativamente cortos de tiempo, a raíz
de la rápida erosión de pendientes cercanas, pueden proporcionar edades
más precisas para otras regiones del planeta.
Otros tres informes proporcionan detalles adicionales sobre la
formación de sedimentos marcianos, los compuestos químicos contenidos en
ellos y la cantidad de radiación a la que está expuesto el planeta. Por
ejemplo, la pizarra contenida en las muestras de «John Klein» y
«Cumberland» probablemente se formó en condiciones extremadamente frías y
áridas, lo que pone de manifiesto los diversos ambientes que parece
existieron en Marte hace miles de millones de años.
Un último estudio ha
analizado la radiación de los rayos cósmicos y otras partículas
energéticas que golpearon la superficie marciana durante 300 días
seguidos. Sus resultados podrían ayudar a los científicos a medir el
tiempo en el que la vida microbiana pudo existir bajo la superficie del
planeta o cómo los seres humanos podrían subsistir.
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