Algunos militares estadounidenses se ven obligados a recurrir a la liposucción (cirugía para extraer la grasa) para cumplir con las normas de idoneidad establecidas por el Pentágono en medio de ajustes presupuestarios.
En el último lustro ha crecido el número de militares de EE.UU. que están recurriendo a esta técnica con el fin de pasar la prueba de grasa corporal, en un esfuerzo desesperado por mantener sus perspectivas de futuro.
En los últimos cinco años el número de militares que han sido despedidos a causa del exceso de peso se ha multiplicado por diez (pasando de los 168 en 2008 a los 1.815 este año). Es más, los militares se quejan de que la prueba es tan drástica que no la pueden pasar incluso personas que cuentan con un cuerpo atlético.
Varios militares afirman que la prueba utilizada por el Pentágono mide el cuello y la cintura para estimar la grasa corporal, índice que puede conducir fácilmente a deshacerse de personas grandes y musculosas, en vez de afectar a personas rellenitas.
La 'prueba de la cinta' utilizada por el Pentágono utiliza dichas mediciones en lugar del índice de masa corporal, que se basa en la relación de altura y peso y es ampliamente utilizado por los médicos civiles.
Por lo tanto, muchos recurren a la liposucción para obtener resultados rápidos. Dicha práctica no está prohibida por el Pentágono, pero el alto mando militar sostiene que las normas deben ser cumplidas mediante ejercicios deportivos y una dieta sana.
Cualquier uniformado que no apruebe el examen debe pasar meses en un ejercicio especial y un programa de nutrición, irónicamente apodado por los marines el 'pelotón de los cerdos' o 'brigada de la dona (donut)'.
Todo militar estadounidense debe pasar el examen físico dos veces al año. En caso de no aprobarlo, ello le impediría conseguir una promoción durante un año. El hecho de no aprobar tres exámenes seguidos es motivo de despido forzoso.
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