Las ranas de Gardiner de las islas Seychelles no necesitan oídos para oír: para eso tienen la boca.
Estos pequeños anfibios miden apenas un centímetro y se creía que eran sordas. Pero según acaba de descubrir una investigación científica, la rana utiliza su cavidad bucal para transmitir señales sonoras al cerebro.
El hallazgo resuelve así el misterio de por qué el pequeño animal sin oídos es capaz de producir chillidos agudos y fuertes.
Las diminutas ranas que habitan en los bosques tropicales del archipiélago de Seychelles no tienen región de oído medio, y por lo tanto, no tienen tímpano.
Por esta razón, los científicos habían asumido que no podían amplificar y transmitir las ondas sonoras del entorno hacia el oído interno y, vía células nerviosas, al cerebro. El estudio revela que las ranitas desafían estas presunciones.
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