Kamikaze (japonés, ‘viento divino’), escuadrones suicidas organizados por las Fuerzas Aéreas japonesas durante los últimos meses de la II Guerra Mundial. En un principio el término fue aplicado por los japoneses en agradecimiento a un tifón que destruyó una flota invasora mongol en 1281.
El nombre resurgió en 1944 para designar a los pilotos que dirigían sus aviones, cargados con explosivos, directamente contra los buques de guerra de Estados Unidos. Los pilotos kamikazes, sacrificando sus vidas en un desesperado intento por detener el avance estadounidense, hundieron unos cuarenta barcos.
Al principio utilizaron cazas y bombarderos modificados; más tarde, introdujeron aviones construidos exclusivamente para esa finalidad. En total se llevaron a cabo más de dos mil vuelos kamikazes. Se desarrollaron tácticas navales similares utilizando lanchas motoras y pequeños submarinos cargados con explosivos.
El teniente general Kyoji Tominaga, comandante en jefe de la Cuarta Flota Aérea nipona en Filipinas a finales de 1944, ordenó 62 ataques especiales en los que se estrellaron 400 de sus aviones. En total perdieron la vida 700 de sus pilotos suicidas, frente a los 500 que se auto inmolaron obedeciendo órdenes de Onishi.
Hubo batallas en las que los kamikazes estuvieron cayendo sobre los barcos estadounidenses durante diez horas seguidas. Al final de la campaña de Filipinas, los suicidas habían hundido 40 buques aliados. Además de las pérdidas materiales que causaban en las fuerzas aliadas, los kamikazes minaron como ningún otro enemigo la moral de los combatientes aliados.
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