Se trata de la llama eterna, ubicada detrás de una cascada en el parque Chestnut Ridge, en el oeste de Nueva York.
Antes de producirse el descubrimiento se había creído que, al igual que otras "llamas eternas naturales", ésta permanece encendida gracias al gas natural que proviene de los esquistos muy antiguos y extremadamente calientes.
Arndt Schimmelmann, uno de los autores de la investigación, contó a la revista 'OurAmazingPlanet' que la temperatura de las rocas en realidad es similar a la de una "taza de té".
Ambos factores demuestran que el esquisto debajo de la llama de Nueva York no podría producir el gas de la manera habitual para este tipo de llamas eternas. Y los investigadores admiten que por el momento no son capaces de decir cómo exactamente se genera.
"Creemos que hay una vía diferente de la generación de gas en este lugar y probablemente en otros lugares también", señaló Schimmelmann.
"Si eso es cierto, y el gas se produce naturalmente de esta manera en otros lugares, tenemos muchos más recursos de gas de esquisto de lo que pensábamos", agregó. Los investigadores informaron de sus hallazgos en un estudio publicado en la revista 'Marine and Petroleum Geology'.
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